No pasa nada
No pasa nada es de las primeras frases que empezamos a decir como madres y nos abre el camino a seguir repitiendo patrones que nos han dificultado mucho el proceso de desarrollar y aplicar una inteligencia emocional.
La frase no pasa nada desde los primeros meses de vida es una herramienta que creemos inofensiva, muy útil para evitar llantos, gritos, pataletas y descontrol; principalmente porque como adultos nos incomoda el llanto y/o nos parecen razones poco relevantes.

Siendo adultos...
Y de hecho, aún siendo adultos, es una herramienta que utilizamos para “evitar” ciertas circunstancias, momentos o decisiones que van a generar una emoción “negativa” (que por cierto eso no existe pero en otro post te hablaré de eso) y no queremos lidiar con ella. Cuántas veces no respondemos NO PASA NADA cuando nos preguntan ¿te pasa algo? ¿Tienes algo? ¿Estás molesta? y realmente si nos pasa mucho.
Un bebé aprendiendo a caminar se tropieza y se cae, como adultos sabemos que no se golpeo fuerte, quizás fue solo susto, sin embargo, en su realidad, ese bebé experimentó una sensación y una emoción de alerta, de miedo, de angustia, de vulnerabilidad.. No se siente en equilibrio, está alterado.
Su adulto referente y lugar seguro le dice que no paso nada y empieza a sembrar la semilla de la desconexión emocional de la que muchos sufrimos actualmente como adultos, porque le entregamos el poder de definir cómo debemos sentirnos a nuestro entorno o a lo que es socialmente aceptado y le restamos importancia a lo que verdaderamente estamos sintiendo.

En la vida de nuestros hijos...
Tenemos la posibilidad de empoderar a nuestros hijos y romper ese patrón, podemos darles las herramientas de validar lo que sienten sin depender de quien tienen enfrente, ni minimizar su sentir para encajar o porque para la otra persona no es importante. Una de las reglas de oro para la vida es tener siempre presente que lo que es importante para mi o para los otros, no tiene que ser importante para los demás o para mi pero no por eso debe dejar de ser importante.
En el ejemplo del bebé encontramos como para los adultos usualmente no es nada que se tropiece y se caiga cuando está empezando a caminar, menospreciamos esa emoción del bebé y distraemos el enfoque para evitar el llanto; claro tampoco nos han enseñado cómo hacerlo diferente.
Para hacerlo diferente...
Por eso hoy quiero entregarte esta herramienta que nos sirve con TODAS las personas con las que nos relacionamos si tenemos presente la regla de oro que te hable unas líneas atrás.
Si pasamos de decir un “no pasa nada, tu eres fuerte, por eso no se llora” a un “uy, mi vida vi que te caíste, creo que no te golpeaste duro (tengamos en cuenta que nadie puede medir el dolor de nadie, solo podemos suponer), sin embargo, creo que te dio susto esa caída, sentiste vacío o angustia por el golpe, ya te revisé, estoy aquí contigo y no hay nada de que tener miedo, tu puedes volver a intentarlo, probamos?
Muchas me van a decir, ¡no! qué es ese monólogo tan largo, a la segunda frase ya se me olvido, a mi me funciona el no pasa nada y ahí mismo sigue; y sí, estamos de acuerdo que muchas veces esa frase funciona, muchas veces el discurso no sale con todos los componentes teóricos que deberían tener, muchas veces solo nombramos lo que paso y de una entramos a la distracción, muchas veces nos cansamos porque lo hemos hecho muchas veces y ya estamos desgastadas; pero cuando caes en cuenta que ese “discurso” un poco más largo representa empoderamiento, inteligencia emocional, seguridad, independencia, resiliencia y amor incondicional para tu hijo te das cuenta que vale la pena y que esa es la herramienta que necesitas para sembrar en tu hijo la versión de hombre o mujer adulta que quieres que sea.

Recuerda que..
Todo es cuestión de práctica y no te pido que te sientas mal si te pillas diciendo la frase, pero si te pido que lo intentes, que lo pruebes, que tengas presente ese futuro adulto que esta frente a ti y como quieres que sea para que te impulse a ser coherente y consistente en la forma como lo guías, educas, acompañas y empoderas. Si tienes alguna duda de este tema o de cómo implementarlo no dudes en dejarme un comentario aquí abajo y estaré feliz de conversar contigo; también puedes escribirme aquí. Comparte esta información con los adultos referentes de tus hijos y hagan la tribu de cambio de patrones con pequeñas semillas de cambio, pequeños pasos que harán grandes diferencias. Recuerda que en el artículo «la inteligencia emocional SI es cosa de niños» encontrarás más herramientas para desarrollar y potencializar la inteligencia emocional en nuestros hijos.